lunes, 14 de octubre de 2019

FOLLETO








EL SANTUARIO CELTÍBERO DE LA MONTAÑA ESCRITA DE PEÑALBA DE VILLASTAR





A.C. EL SANTUARIO CELTÍBERO DELA MONTAÑA ESCRITA DE PEÑALBA DE VILLASTAR
FACEBOOK: La Montaña Escrita de Peñalba de Villastar


En 1909 se le encargó a Juan Cabré Aguiló, arqueólogo de Calaceite, la elaboración de un Catálogo Monumental de la provincia de Teruel. Recorriendo los distintos pueblos de la provincia, recaló en Villastar. Allí encontró la montaña de Peñalba, describiéndola como sigue a continuación:
“La cantera de Peñalba radica en el término municipal de Villastar, provincia de Teruel, lindando ya con el de Villel, pues por el Noroeste sirve de divisoria á ambos términos. Y dista tan sólo Villastar de la capital de la provincia ocho kilómetros, y cuatro de la cantera. Para ir a visitarla seguiremos el cauce del río Turia, engrosado por el Alfambra, y no abandonando la carretera que parte de Teruel para Cuenca y que va bordeando la margen derecha del río, lograremos antes de llegar al kilómetro doce de la misma, dar con la falda del monte de Peñalba, cuya cima está coronada por la cantera, de nívea blancura y de proporciones gigantescas; y debido a estas circunstancias se la denomina con tal nombre. Que la cantera de Villastar la
tendrían en mucha estima varias generaciones anteriores a la era cristiana, no lo dudo; y prueba de ello son las enigmáticas manifestaciones grabadas sobre las piedras de Peñalba, de generaciones y pueblos distintos. Cabe creer, si sería un sitio religioso y a la vez militar; en lo más alto del monte no bajará de 940 metros su nivel sobre el mar y de unos 840 en el cauce del Turia en el célebre estrecho de Villel, puerta infranqueable á cualquier pueblo invasor que desembarcando en las costas del Mediterráneo intentara internarse remontando las corrientes del Turia, lo que fuera imposible con muy poca gente contraria que sentara sus reales en el monte Peñalba. Sus vistas panorámicas no pueden ser más deliciosas, y cuenta con sorprendentes defensas naturales, formadas de un muro de rocas gigantescas, cortadas bruscamente y en zigzag siempre, se extienden de Norte á Mediodía abarcando un perímetro de más de tres kilómetros, para finalizar por el Occidente sepultándose bajo tierra…...”(1)
Cabré descubrió una veintena de inscripciones paleohispánicas y latinas, y numerosas figuras humanas, animales y geométricas grabadas en las paredes de la montaña de Peñalba, identificándola como un santuario de convergencia al que habrían acudido poblaciones celtibéricas, ibéricas y romanas. Fue el propio Cabré quien decidió arrancar algunos de los conjuntos rupestres para garantizar su conservación -siguiendo un criterio que, pese a su buena intención, resulta hoy más que discutible-, y las trasladó a su casa de Calaceite, para venderlas



(1)    Fragmento del discurso de Juan Cabré en su discurso de ingreso a la Real Academia de la Historia en 1910


 luego al Museo de Barcelona. Su acción fue imitada por otros, quienes incluso han para dejado testimonio autógrafo en los huecos producidos sus extracciones, en lo que actualmente constituiría un delito contra el Patrimonio.

Qué sabemos de las prácticas religiosas, de los rituales, celebrados en la montaña en época antigua?  De hecho, nuestra principal fuente para conocer y comprender los rituales celebrados en este santuario son las inscripciones rupestres en lengua celtibérica -escritas en signario palaeohispánico o en alfabeto latino- y en latín que grabaron quienes visitaron Peñalba entre finales del siglo I a.C. y comienzos del I d.C. La mayoría de estos letreros o grafitis antiguos son nombres personales celtibéricos masculinos, como Turos, Calaitos, Guandos y Aios, En cualquier caso, sabemos que mediante la escritura de sus nombres en la pared de la montaña, los autores de estas inscripciones no solo expresaban su identidad y dejaban testimonio de su por tanto una más de las acciones rituales celebradas en ese espacio sagrado.

De hecho, el epígrafe rupestre de 7 líneas conocido como “Gran Inscripción” deja constancia escrita, en lengua celtibérica y alfabeto latino, de la celebración de una peregrinación religiosa a la muela de Peñalba, en la que habrían participado varias comunidades indígenas del entorno a finales del                        
siglo I a.C. o comienzos del siglo I d.C´.
 En cuanto a las numerosas figuras grabadas sobre las paredes del farallón, éstas muestran dimensiones, técnicas, patinas, temáticas y cronologías muy variadas, y su realización responde  la motivaciones diversas. Así, por ejemplo, las cruces, barcos, calvarios y ballestas son      de factura medieval y/o moderna, y otros grafitis son claramente de datación contemporánea, lo que constituye un atentado contra el Patrimonio rupestre. En cuanto a las dos figuras humanas identificadas como representaciones del dios Lugus, tanto su cronología como el hecho de que esa deidad celtibérica recibiera culto en Peñalba son cuestiones controvertidas
A lo largo del borde de la plataforma superior de la montaña se distribuyen varios conjuntos de cazoletas y canalillos tallados en el suelo, que podrían ser estructuras del antiguo santuario celtibérico-romano en las que se hubieran celebrado diversas prácticas rituales. Aunque resulta difícil precisar la funcionalidad específica e incluso la cronología antigua de estas estructuras rupestres, quizás pudieron utilizarse como receptáculos para libaciones, ofrendas y sacrificios cruentos, o como depósitos de agua con fines lustrales o adivinatorios, entre otras posibilidades.
Ilust. 4:Cazoletas excavadas en la roca
Entonces, ¿qué sabemos sobre la montaña sagrada de Peñalba? Que en los siglos I a.C. y I d.C. fue un santuario en el que recibieron culto varios dioses con nombres celtibéricos por parte de comunidades indígenas y romanas del entorno (Villastar, Cascante, Teruel,,Villaspesa..) que celebraron allí peregrinaciones y reuniones religiosas.
En lugar de destruir de forma irreparable los testimonios del pasado que aún se conservan en Peñalba, disfrutemos del privilegio que supone poder explorar libremente este santuario ancestral, este paisaje sagrado bimilenario, y asegurémonos con nuestras acciones respetuosas de que también puedan hacerlo quienes nos sucedan. Hoy este paisaje sagrado de dos milenios de antigüedad es accesible a todas las personas que quieran explorarlo, pero su fragilidad es extrema y su conservación está en peligro. Es necesario que contribuyamos a su preservación transitando con respeto por la montaña de Peñalba y que sigamos estas recomendaciones para que nuestra presencia no deje huella:
-          NO realizar nuevas inscripciones o dibujos rupestres, ni sobre los ya existentes ni en zonas vírgenes del farallón rocoso
-          NO tocar las inscripciones y figuras grabadas NI repasarlas con tiza u otros materiales
-          NO alterar las estructuras rupestres Ni dejar basura.
(Texto científico proporcionado por la D Dra. Silvia Alfayé Villa. Prof. Titular de Historia Antigua de la Universidad .de Zaragoza)

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